La fase de consolidación de un negocio, que es cuando llega a la madurez, puede ser una etapa serena e inspiradora , o por el contrario pudiera convertirse en una bomba a punto de estallar. ¿Y de qué depende? Pues en parte de cuán sólidos sean los cimientos que se han construido hasta ahora y en parte de cómo se aborden los nuevos desafíos. En esta etapa ya se le empiezan a pedir beneficios al negocio y resultados concretos al equipo. Es el momento de empezar a recuperar la inversión y de dar un salto de calidad. Ha llegado la hora de subir el nivel de exigencia a todas y cada una de las áreas de la actividad.
Es fácil dejarse llevar por la ilusión del crecimiento y por la demanda creciente y por tanto, crear una estructura capaz de dar respuesta a las necesidades de la empresa. Sin embargo, es natural que un negocio antes o después experimente alguna crisis, interna o externa, sectorial o general. Y si no se ha previsto un plan de rescate, osea, si no se tiene un fondo de maniobra, lo que antes era un sueño, ahora puede ser una pesadilla.
Un negocio en su fase de consolidación no solo debería estar sustentándose por sí mismo, sino que debería ser capaz de retroalimentarse y hacer frente a cualquier contingencia. Sin embargo, si no se lleva a cabo una buena planificación comercial y financiera y una adecuada gestión, el barco puede empezar a hacer aguas ante cualquier tempestad.
En situaciones en las que por cualquier contratiempo falla el cash-flow o flujo de caja, es fácil caer en la tentación de financiarse a través de proveedores o con crédito bancario. Un exceso de seguridad en nuestro negocio cuando estamos en la fase de consolidación, nos puede llevar a la ceguera y a tomar decisiones erróneas. Endeudarse por encima de lo razonable puede ser relativamente fácil para una empresa que está funcionando fluidamente y que ya goza de la confianza de los skate holders (o grupos de interés). Esto puede ser una trampa mortal.
Por tanto, para no dejarse llevar por los impulsos, el empresario en esta etapa necesita desarrollar ciertas habilidades de liderazgo que le ayuden a tomar decisiones certeras para tener éxito, como:
• la perseverancia para no abandonar ante los problemas,
• la capacidad de análisis para interpretar la información,
• la auto confianza para no dudar de las propias capacidades,
• la templanza para mantener la calma e inspirar seguridad,
• la agilidad mental para tener iniciativa y dar respuestas rápidas y creativas,
• la capacidad de negociación bajo el lema ganar-ganar,
• la capacidad de organización para mantener el control.
Todas estas habilidades empresariales son imprescindibles en un líder positivo, capaz de transformar un obstáculo en un reto para hacer crecer y fortalecer su empresa. ¿Te encuentras en esta fase de consolidación de tu negocio y te falta desarrollar alguna de estas habilidades para superarla con éxito y pasar a la siguiente etapa? Puedo ayudarte.